viernes, 19 de febrero de 2010

Un fenómeno paranormal pasa desapercibido durante años en la facultad de Bellas Artes

Como todos los años, con la llegada de la primavera se abre la temporada de exploraciones en la facultad de Bellas Artes de la Mejor Universidad de Euskadi Pues (MUEP). La primera expedición en adentrarse en sus profundidades, patrocinada por Iberdrola, el Cabildo Canario y el ochote Danok Bat, estaba compuesta por antropólogos, exobiólogos y arqueólogos, todos cinturón negro de karate, bien pertrechados con armamento ligero, cuentas de colores y vacunas antiparasitarias de amplio espectro. No se quería repetir de ninguna manera las espantosas vivencias aparecidas en "El último superviviente" y que motivaron el internamiento de su presentador en un sanatorio psiquiátrico, convertido en un despojo que sólo balbuceaba "el horror, el horror".
Aunque las expectativas de éxito de este tipo de expediciones están siempre al albur de la suerte, en el presente caso el triunfo estaba literalmente al otro lado de la esquina. Y es que, tras doblar un recodo en la zona conocida como "El siestódromo", que en lengua aborigen quiere decir "lugar de sacrificios", y caracterizada por la abundancia de tumbonas movedizas, peluqueras vampiras y luces estroboscópicas con música sampleada de Atahualpa Yupanqui, en un muro de orientación nornoroeste, se descubrieron en el mismo unas figuras humanas, precisas y detalladas en muy alto grado.
Ike R. Jiménez y su ayudante Deloso, miembros de la expedición y aficionados a los fenómenos paranormales y al Atlético de Madrid, identificaron dichas figuras como un "clarísimo fenómeno de teleplastia, parecido a las caras de Bélmez, pero a lo bestia. Esto va mucho más allá de la pareidolia y otras chorradas. Estamos ante la verdadera Capilla Sixtina de lo paranormal. Además forman como un coro de psicofonías que me recuerdan mucho a Carmina Burana".
Interrogado el chamán-decano de la facultad, de nombre Bat-ek-Daki, manifestó que "esos manchones llevar en el muro muchas, muchas lunas. Poco a poco, irse haciendo más grandes, como mala hierba en huerto hippy. Nosotros evitar por ser yuyu. Mal karma, hermano, mal karma".
La primera interpretación del jefe académico de la expedición, el ufólogo, Agustín Megusta Oirme, es que "los aborígenes han evolucionado hasta no ser capaces de reconocer las figuras humanas en una pared, encerrados como están en su arte abstracto, autodestructivo, esteticista, rayonista, neocubista y otras pajas mentales. Los nativos no podían ser los autores de las figuras ya que incluso las temían. Desgraciadamente, llevados por su pavor y dentro de los ritos de la entrada de Júpiter en la constelación de Acuario, los aborígenes derruyeron el muro hasta los cimientos, plantando en su lugar una imagen de la virgen del Rocío, dos ajos y un periódico de derechas". Muy poco después, la expedición tuvo que abandonar la zona ante la llegada de una tribu hostil, los fanzineros escultóricos anti-davos, temidos por sus extremas manifestaciones continuadas de cariño.
Se piensa que la zona quedará cerrada a la investigación durante mucho tiempo. Hasta entonces, sólo podremos hablar con uno de los pocos seres vivos que tienen la posibilidad de entrar y salir de la facultad con cierta inmunidad, la operaria de limpieza Purita Maravilla Jaunarena, que ha manifestado al respecto de estos fenómenos paranormales: "Yo no sé nada de eso. Una compañera que estuvo antes que yo desapareció en circunstancias extrañas durante una performance en una noche de plenilunio. La acusaron de destruir algo que decían que era arte y que ella limpió a fondo con lejía. Yo, por si acaso, no me meto con los nativos y siempre pregunto antes de fregar nada, incluso en los baños, que a veces hacen cosas muy curiosas con la orina. Que una no sabe dónde termina el arte y dónde empieza la mierda. Y al revés".

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